17.4.09

NO SE HACE ESO NI A UN PERRO !!!!



CoRrIeNtEs dE PiE- pORtAL AlTeRnAtIvO...

" No se hace eso ni a un perro"

FUENTE .- PORTAL COMISION DE DD HH DE LA PROVINCIA DE CORRIENTES.-

Se oyeron dos testimonios muy conmovedores en el Tribunal presidido por Gabriela Aromí de Sommer, quien está secundada por el Dr. Coccia y la Dra. Varela, donde se procura esclarecer las responsabilidades por el homicidio del joven Ramón Arapí, una de las más de treinta víctimas de las jornadas trágicas del 19 y 20 de diciembre de 2001 que culminaron con la triste imagen de un Presidente huyendo de su propio pueblo en helicóptero.

Una verdadera cacería humana de "saqueadores" se desató entonces en medio del Estado de Sitio, y algunos gatillos fáciles no dudaron en salir a los tiros contra la población hambreada por el desquicio de sus gobernantes.

Ramón Arapí fue acribillado a menos de 60 cm. por una pistola reglamentaria, y su hermano Marcelo sueña con el de tanto en tanto, recurrentemente.
Sueña con esa última mirada agonizante que no puede borrar de su memoria, y con su inútil esfuerzo por detener la sangre que manaba a borbotones de su escuálida anatomía.

"Ellos (por los policías), están para cuidarnos, no para matarnos...a mi hermano lo acribillaron...y eso no se le hace ni a un perro" decía visiblemente emocionado.
Marcelo empieza su relato contando los hechos en primera persona, como puede, evidenciando problemas tan grandes de dicción como la emoción que lo embargaba, pero salió airoso del desafío más grande que debió sortear tras el asesinato de su hermano. Pudo contar su dolor y describir los hechos comprometiendo seriamente a quien apunta como el matador de su hermano, el policía Vallejos, pese a que en el instante en el que estaba ingresando Marcelo, el acusado pidió por medio de su defensor no estar en la sala en un gesto estudiado, dudosamente espontáneo. El Tribunal le permitió salir y éste hizo lo propio precisamente por el mismo lugar donde estaba Marcelo, mirándolo de un modo que solo los protagonistas podrían describir con precisión.
El Fiscal, acaso movido por celo profesional, no ayudó a tranquilizarlo por cierto y por momentos su rol se asemejaba al de un defensor, y lo interrogó (tras su declaración espontánea) de tal manera que logró quebrarlo emocionalmente. La querella se vio obligada a solicitar un breve cuarto intermedio.

Lo conozco de cuando mató a mi hermano

Marcelo fue firme sin embargo cuando apuntó contra el asesino de su hermano, el policía Juan Ramón Vallejos, a quien no dudó en ubicarlo en la escena como el único que ingresó al jardín delantero de la vivienda del "Barrio Nuevo", y pistola en mano sacó a Ramón. Tras escuchar el disparo Marcelo lo increpó y se transó en una inútil y desigual pelea, lo que le valió recibir golpes en la espalda de los policías que acompañaban a Vallejos, y la amenaza de éste en el sentido de que le pasaría lo mismo si no se "quedaba quieto". Afortunadamente para él una vecina pensó que habían disparado contra su hijo y lo salvó con sus gritos.
Desde el comienzo de su declaración fue contundente, cuando le preguntaron si conocía a los imputados reconoció que a Vallejos lo conocía "de cuando mató a mi hermano". También comprometió a los otros policías, especialmente al chofer a quien solicitó que llevara al hospital a su Ramón y éste se dio a la fuga abandonándolo a su suerte.

La hermana-madre

La primera en declarar en la jornada fue su hermana Norma, una de esas personas que están destinadas a ser sostén de sus seres queridos, por su entereza y dignidad y el temperamento propio de los que no se pueden "dar el lujo" de abatirse, aún a riesgo de su propia salud o situación personal. Siempre que alguien es víctima de la violencia estatal, la familia toda lo sufre, pero casi siempre hay quien se pone la mochila al hombro y sale a reclamar justicia. Ese es el caso de Norma, la hermana mayor de los Arapí.

Norma no es analfabeta como Marcelo, y tampoco es testigo directo, por eso no fue blanco de interrogatorios revictimizantes. Los hubiera sorteado además, con la misma firmeza que la llevó a exigir justicia por ocho largos años, no es alguien que un defensor elegiría para intentar hacerle caer en contradicción.

No obstante, el Dr. Leguizamón no es una persona que se detenga fácil con las dificultades, acaso movido más por temperamento que por valentía o tenacidad.
Quiso hacer notar una "contradicción" de la testigo, que en instrucción había dicho que Marcelo le narró que Ramón no pudo entrar a la casa de su vecina y por eso fue "cazado del cogote" por el uniformado Vallejos, y que ahora narra algo "distinto" por que dice que ingresó a la vivienda. Norma le señala sin perder la calma que efectivamente Ramón entró al predio de la vivienda, es decir al jardín delantero, pero que nunca pudo ingresar a la casa, "allí donde están los muebles" dijo al letrado, por si no le quedaba claro.