29.1.09

MILITANCIA Y EDUCACION POPULAR ..


CoRrIeNtEs dE PiE- pORtAL AlTeRnAtIvO...

TANTOS MUNDOS EN COMUN RECOPILADOS EN UN SOLO MATERIAL 29/01/2009

Una correntina dirigente del Area de Educación ,de un Movimiento Social local ; en un documental sobre educación popular argentina


FUENTE: DIARIO EPOCA.-

Con 67 años y muchas ganas de enseñar, se convirtió en una de las primeras “docentes” en capacitar a la gente con la doctrina de Paulo Freire. Por tanta entrega y dedicación, formará parte de un importante material que será presentado en la provincia a principios de marzo.

Aunque hay quienes sostienen que comenzó con Sarmiento, el recuerdo más cercano e intenso de la educación popular en Argentina proviene de los primeros años de la década del '70, cuando miles se inspiraron en la doctrina de Paulo Freire y decidieron asumir el desafío de comprender y construir un proceso pedagógico y de aprendizaje diferente. La gran mayoría de esos cargos docentes informales estaban asumidos por mujeres, pero con el panorama político enturbiado, materiales y experiencias fueron quedando en el olvido. El documental Testigos de la vigencia (que en breve será acompañado por un libro homónimo) los rescata, para hacer memoria y también para mostrar que algo continúa.

Una de las personas que participa en este documental, que en Corrientes se tiene previsto presentar a partir de marzo, es Clementina Miño. “Clemen”, como le dicen sus conocidos y allegados, tiene un rostro de lucha y convicción. Es una docente jubilada, pero aún así no deja de enseñar. Con 67 años y una hija de 27 llegó a Corrientes, hace 18 años, desde Monte Caseros para buscar más tranquilidad a su vida. Pero el amor por la docencia y por ayudar a quienes lo necesitan no la dejó quedarse quieta y siguió con un ideal: enseñar a leer y escribir.
A los 17 años, comenzó a trabajar con poblaciones humildes de Monte Caseros. “En el año 73 (gobierno de Héctor José Cámpora) yo capacitaba por zonas”, dijo a “época” esta mujer que salía sólo con un cuaderno, una lapicera y un libro a enseñar casa por casa a las personas en las poblaciones más distantes, donde sólo algunos querían estar.

Clementina Miño es una mujer delgadísima de mirada intensa, quien insiste en que “educar no es sólo leer y escribir. Es que la gente tome conciencia de que es un ser humano y tiene los mismos derechos que otro ser humano”. Lo dice con la autoridad de quien ha sido una pieza fundamental en las Ligas Agrarias 73, un movimiento prácticamente irrepetible que, tal vez en parte por ello, se ha vuelto legendario en el relato de las luchas sociales. ¿Por qué se sumó? “Porque para realizar ese cambio... individualmente no lo vamos a hacer nunca.”

En los años '90, tras la recuperación democrática, su consabida primavera y posterior crisis, gran parte de quienes habían conocido en carne propia la experiencia de la educación popular quisieron recrear el proceso. El problema inicial fue tan evidente como signo de los tiempos: ¿Cómo armar un grupo sin voluntarios?, ¿Cómo llevar adelante una tarea que requiere fundamentalmente de un compromiso político, cuando lo que imperaba era el slogan de que las ideologías habían terminado? La respuesta no fue unívoca, en gran parte porque se trata de iniciativas dispersas por todo el país; el mismo clima político volvía complejo establecer núcleos de acuerdo y vincular redes, algo que fue sucediendo al calor del recrudecimiento de la situación económica y el festín neoliberal. Clases de apoyo escolar para niñas y niños, espacios exclusivos para madres que nunca habían tenido la oportunidad de completar o iniciar su alfabetización.
Otra vez la flexibilidad y la tarea al margen de estructuras que, por su mismo diseño, no pueden acoger más que lo que producen y rigen.

En octubre, el primero; en noviembre, el segundo, el año pasado fue una realidad: mujeres y varones de todo el país, y también de Latinoamérica, se dieron cita en un espacio propio, el Encuentro Nacional de Educadores Populares.
Una recopilación de lo que ha surgido en esos momentos forma parte, también, de Testigos de la vigencia, el libro.

Y es que como explica Silvia Saravia, de la Subsecretaría de Organización y Capacitación Popular de Ministerio de Desarrollo Social “había poca documentación, incluso hay casos en que se han quemado sistematizaciones y documentos que había. Y por supuesto había dificultades para recuperar muchos otros. Además muchas personas que hicieron eso están viejitas…”, por lo que ¿de qué otra manera podría rescatarse esa experiencia y demostrar su continuidad? “Es más bien una apertura y una invitación para seguir realizando el registro de experiencias, y también para alentar experiencias en si mismas”.